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martes, 13 de diciembre de 2011

Instante.


Un jueves de mayo  me cuestioné el espacio que ocupabas en mis silencios en diciembre. Olvidé que esos meses, no son nombrados arbitrariamente, y mucho menos, que no sos un espacio. Buscando una respuesta me pregunte que sos, que fuiste.
Genealógicamente soy tu consecuencia, psicológicamente sos mi padecimiento, físicamente soy tu imagen, o por lo menos eso dicen.
Obligue a mi memoria a recodar cosas inventadas, comprendiendo recién hoy que solo la brisa me trae tu melodía, que solo el sol me acerca a tu voz, que las nubes muestran tus movimientos y que la manera de sentirte es emitiendo cada paso, cada latido.
Pasé por todas las etapas como el agua, fue sólida varios años, demostrando creer ser una piedra, respondiendo con justificaciones simples olvidando que no existe el ser humano “SIMPLE”. Claro, era una marcada resistencia, una cápsula contra un cambio, una negación a la falta. Adopte forma de hielo, no conociendo una lágrima. Cansada de buscar la dureza, pude caer, resbalar, patinar, llorar, gritar en silencio, desplazar, como un líquido que intenta ser tocado. Era un problema poder vomitar las sensaciones ocultadas, era prohibido imponerse frente a un mandato, era absurdo querer escapar. Fue más fuerte la presión de un nuevo lugar, de otra vereda. Finalmente me sentí gaseosa, como el agua de nuevo, sentí un fuego creado por mis sentidos, pude adoptar la forma y el volumen al nuevo recipiente, supe que todas las burbujas  traían aire liviano, sin cargas, sin peso. 

Hoy te traería de un flechazo mágico, mirándote y rogando que el tiempo deje de llamarse tiempo, que cada reloj deje contar, que tus palabras sean eternas. Te pediría que me hables, no importa de qué, solo me detendría en tus labios y mis oídos  tratando de memorizar casa sonido de tu voz, te miraría para corroborar que tan parecidas somos.
Las cosas pasan porque tienen que pasar, populismo urbano, pero hay días en que no me imagino en otra vida con vos, suena egoísta y hasta me da escalofríos pensarlo, creo que es miedo a nombrarte, a  llegar y verte, a llamar por teléfono y escuchar te, a mirarte en fotos.

Nos desconectamos hace algunos años, muchos cronológicamente, pero nunca nos vamos a encontrar porque siempre estuvimos juntas. 

En cada estrella respiras, en mi mirada vivís.